El mediático ex fiscal superior vasco que eludió crear una Fiscalía Anticorrupción
El polémico relevo en España de los fiscales superiores (una de las figuras clave en la investigación judicial, ya que de la misma forma que pueden iniciar por sí mismos indagaciones tienen la capacidad de archivarlas) ha dejando en un segundo plano la sustitución ordenada en Euskadi. Sorprendente para algunos la sustitución del excesivamente mediático Juan Calparsoro, ha sido recibida con alivio en medios judiciales vascos y con desagrado en las élites políticas que mantenían gran sintonía con el cesado.
Calparsoro inició su actividad profesional en 1986 en la Fiscalía de San Sebastián, donde fue teniente fiscal entre 1998 a 2004. De ahí pasó a ser fiscal superior de La Rioja (2004-2010) por la intención del Gobierno presidido entonces por Rodríguez Zapatero de indagar algún delito del presidente riojano Pedro Sanz (PP). Se descubrió Sanz que tenía un chalé en la localidad de Villamediana de Iregua en un terreno rústico no urbanizable: con una licencia de construcción de caseta de aperos de labranza terminó por edificar una vivienda de 176 metros cuadrados, Calparsoro no acabó de cerrar la investigación que el mes pasado la archivó un juzgado de Logroño. En esa época empezó a ser conocido en Euskadi por la muerte, atropellado, de un joven de 17 años, vecino de la localidad vizcaína de Durango, junto a un camping en La Rioja. Calparsoro apareció repetidamente en los medios de comunicación, algo inusual para un fiscal jefe hasta entonces.
Llegó a Euskadi en 2010 con la bandera del progresismo judicial. De hecho pertenece a la Unión Progresista de Fiscales (UPF). Al comienzo de su mandato, se encontró con el llamado caso Ibermática, el cobro de 23 millones de euros esta empresa e Indra por productos informáticos que no se habían instalado, una denuncia del propio Gobierno vaso, entonces en manos del PSE, contra el anterior equipo del Departamento de Justicia, dirigido por Eusko Alkartasuna. Calparsoro decidió archivarlo al no ver delito. Una decisión que muchos vieron ya de acercamiento al PNV y causó un colosal enfado en las filas socialistas.
A Calparsoro se le achaca que haya dedicado demasiado tiempo a la política en vez de a la Justicia. Su presencia en los medios de comunicación (televisión, radio y prensa escrita) ha sido constante, a años luz de sus predecesores. Nada que ver con Jesús Cardenal (padre del ex secretario de Estado para el Deporte Miguel Cardenal) en los años 90, hermético con la opinión pública, o su predecesora María Angeles Montes, discreta a la exposición mediática. En el ámbito judicial, ha archivado varios presuntos casos de corrupción: el caso Pinosolo, el supuesto trato de favor a dos empresas para que se llevaran una obra de casi 60 millones de euros en el que estaba implicado el actual director gerente del metro de Bilbao Eneko Arruabarrena, o el caso Ibarzaharra, el cobro de casi 200.000 euros sin ir a trabajar de dos ex altos cargos del PNV en una sociedad púbica avalado por un contundente informe de la Inspección de Trabajo.
Se ha mostrado bastante más benigno con las denuncias que han llegado a su despacho frente a los fiscales provinciales: como la de Bizkaia con el caso Kutxabank, la presunta contratación ficticia como asesor del ex delegado del Gobierno central Mikel Cabieces que ha acabado en juicio y la malversación de dinero público del ex delegado de Vivienda del Ejecutivo vasco Txema Gonzalo, condenado a cuatro años de prisión o de Álava con el caso De Miguel, la presunta trama del cobro de comisiones ilegales de exdirigentes peneuvistas, en el que se ha abierto juicio oral contra 26 imputados.
Aunque públicamente defendió la creación de una Fiscalía anticorrupción en Euskadi, ha eludido solicitarlo formalmente en estos cinco años de mandato, una atribución exclusiva al fiscal superior de cada comunidad autónoma. Sus detractores censuran su acercamiento a los dirigentes políticos de Euskadi como explicación de la ausencia de esa Fiscalía específica y el elevado número de casos archivados.
La sobreexposición mediática le ha llevado a equivocarse como en el caso Cabacas, la muerte de un hincha del Athletic club tras una carga de la Ertzaintza en Bilbao, cuando abrió una investigación por el retraso de las diligencias, cuestionó la labor de la jueza y luego le pidió disculpas.
Calparsoro tiene la posibilidad de seguir en la Fiscalía Superior a las órdenes de su sustituta, Carmen Adán, con un perfil mucho más discreto y bien considerada en la mayoría de los ámbitos judiciales. Que se dedique a impartir justicia y perseguir los delitos, como la corrupción, y a menos apariciones públicas y compadreo con el poder político, es lo esperable.
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