Las claves del no al Guggenheim Urdaibai: la llegada de Esteban a la dirección del PNV y el “pelotazo” de Astilleros Murueta

El rechazo “definitivo” al proyecto del Museo Guggenheim en Urdaibai ha tenido otras claves más allá de las difundidas públicamente. El cambio en la dirección del PNV (la salida de Andoni Ortuzar y su reemplazo por Aitor Esteban) y el frenazo al “pelotazo” urbanístico de los Astilleros Murueta han sido determinantes para el giro drástico de los peneuvistas, según diversas fuentes consultadas por este blog.

Aunque públicamente las dos instituciones promotoras del proyecto (el Gobierno vasco y la Diputación de Bizkaia, dirigidas por el PNV) han aludido a las trabas administrativas, judiciales y al clamor social como las razones de la paralización, existen esos otros motivos de fondo. De hecho, los problemas de tramitación administrativa, las denuncias en los tribunales y la fuerte oposición ciudadana existen desde hace tres años. Y hasta este verano, los promotores han reiterado varias veces que el museo en Urdaibai ser construiría “si o si”.

Las fuentes consultadas sitúan el giro en el pasado verano, en coincidencia con la llegada de la nueva dirección del PNV tras el tumultuoso enfrentamiento entre Ortuzar y Esteban. El nuevo presidente peneuvista ha querido desmarcarse rápidamente del museo en Urdaibai. Entre otras razones, para enterrar también el “pelotazo” urbanístico de Astilleros de Murueta, la empresa ubicada en el corazón de la reserva de la biosfera.

La construcción del museo llevaba aparejada la salida de los astilleros pero con unas condiciones inmejorables para esta empresa, que llegó ahí 1943 con una concesión otorgada por la dictadura franquista, ya que eran terrenos públicos. Ese permiso obligaba a dejar libres los terrenos en caso de cese de la actividad industrial. Con el Guggenheim, a Astilleros de Murueta se le eximía de asumir el derribo de las instalaciones y, lo más importante y costoso, la descontaminación de los suelos, como exige la ley vasca de 2015. Además, la empresa iba a recibir dinero por la venta de los terrenos que ha ido adquiriendo (ahora tiene seis hectáreas, frente a la media hectárea con la que empezó hace más de 80 años). Un “pelotazo” de varias decenas de millones de euros.

Algunas fuentes señalan incluso que el Guggenheim en Urdaibai era el señuelo para el verdadero interés de esta operación: el negocio para Astilleros de Murueta. “Andoni Ortuzar tiene una gran relación con la familia Arana [los propietarios de los astilleros] y esa es la clave de todo esto”, comentan.

Los grupos contrarios al proyecto, estructurados en las plataformas Guggenheim Urdaibai Stop o Zain Dezagun Urdaibai, han ayudado a propinar la estocada final. Además de la empresa, hay otros damnificados como propietarios privados que, antes de que se difundiera hace siete años el museo de Urdaibai, comenzaron a comprar lonjas en Gernika para futuros negocios asociados al Guggenheim y terrenos cercanos al área del frustrado museo.

Las rencillas entre diferentes familias del PNV han vuelto así a aflorar. Como pasó hace dos años, cuando el entonces lehendakari Iñigo Urkullu anunció (ya cuando se conoció que no seguiría en el cargo en contra de su voluntad) la apertura de un periodo de reflexión sobre el proyecto, una decisión unilateral sin el beneplácito de su partido.

El fiasco del proyecto no va a frenar la movilización social. Guggenheim Urdaibai Stop ya ha anunciado que ahora luchará por la salida de Astilleros Murueta y presentará denuncias en los tribunales para recuperar todo el área ocupada por la actividad industrial. Los astilleros tienen la concesión caducada desde hace siete años, una irregularidad que ya está en los tribunales. Fuentes peneuvistas están preocupadas por este nuevo frente de conflicto a una empresa cercana al partido. “Es el último astillero potente que queda, con casi 500 empleos y tres o cuatro barcos en construcción”.