La juez archiva por segunda vez el caso del atropello mortal de un niño vizcaíno de 11 años
Una juez de Gernika ha archivado por segunda vez el caso del atropello mortal de un niño vizcaíno de 11 años, hace ya más de dos años, pese a las nuevas pruebas que apuntaban a la culpabilidad de un conductor. “No se aprecia que existan nuevos datos que hagan necesario y preciso reabrir las presentes diligencias previas”, señala la titular del juzgado de instrucción número 4 de Gernika.
Las nuevas pruebas presentadas por los padres del niño atropellado mortalmente desacreditaban, a través de un exhaustivo informe pericial, el atestado policial de la Ertzaintza, que concluyó que fue un accidente sin culpables.
El atropello mortal de Iurgi Beraza ocurrió en un barrio de la localidad vizcaína de Aulesti en mayo de 2020. El niño transitaba en su bici en un camino vecinal cuando fue arrollado por un vehículo y falleció.
La investigación policial tiene bastantes lagunas, como el hecho de que el conductor trasladó el cuerpo 150 metros del lugar donde tuvo lugar. El atestado de la Ertzaintza da por buena la versión del conductor de que circulaba a 20 kilómetros por hora, como obliga la señalización vial del camino vecinal, y concluye que el accidente se produjo “por una fatal desgracia”.
El juzgado de instrucción de Gernika, basándose únicamente en el atestado de la Ertzaintza, archivó el caso. En un auto dictado el 28 de octubre del pasado año, decidió el sobreseimiento porque “no existen indicios de que existiera la imprudencia”. La Audiencia de Bizkaia confirmó el archivo el pasado de abril.
Sin embargo, una empresa de peritaje especializada, tras conocer por los medios de comunicación el caso, realizó un informe de manera gratuita para los padres del niño. El estudio de la compañía Itrasa, que ha usado un software específico para la reconstrucción de accidentes, concluye que el conductor circulaba a más de 50 kilómetros por hora, dos veces y media superior a lo permitido, y que el conductor “no realiza maniobra evasiva alguna, a pesar de tener más de 3,33 segundos desde que puede percibir al ciclista”.
Agrega que el accidente era evitable “únicamente con el básico y exigible respeto a la normativa de circulación por parte del conductor del turismo, conocedor de la vía, de la limitación de velocidad y del trazado de la vía”.
Apunta a graves deficiencias en el atestado policial, que “no realiza informe técnico alguno e introduce errores, no sólo en los límites de velocidad, en la señalización, en las dimensiones” y carece de cálculos de velocidad, “de un croquis escalado real, incluso, no realiza algunos elementos de investigación exigible en este tipo de accidentes”. “Establece unos apriorismos que le llevan a unas conclusiones carentes de rigor técnico y científico”.
Los padres presentaron el 9 de mayo una nueva demanda con las conclusiones del informe. La juez envió el escrito a la Fiscalía de Bizkaia para que emitiese su opinión. En un auto dictado el pasado 20 de julio, vuelve a archivar el caso. La jueza no da credibilidad a las irregularidades que apunta el último informe policial, como la excesiva velocidad. “El hecho de que un nuevo informe pericial concluya sobre una presunta velocidad de 50 km/h no puede ser valorada de manera estanca sino teniendo en cuenta que en el atestado no se informa de un exceso de velocidad ni de infracción de normas de circulación”.
Añade que no existen indicios de una conducción imprudente “si se tiene en cuenta que en el anterior informe pericial se informa de una previa desaceleración de ambos vehículos y que en el atestado se constatan circunstancias de la vía y vegetación que provocaban una falta de visibilidad”.
Los padres del niño han vuelto a presentar un recurso contra el auto de archivo del caso.
El nuevo archivo judicial de este caso sigue sin aclarar lo ocurrido con el desgraciado atropello mortal de un niño de 11 años. Es muy cuestionable que no se tenga en cuenta un riguroso informe técnico, elaborado de manera altruista, que determina que la velocidad era dos veces y media superior a la legal, que el conductor pudo evitar el accidente y que el atestado de la Ertzaintza carece de “rigor técnico y científico” . Un sentido de la Justicia debería determinar las razones por las que unos padres se han quedado sin su hijo. Conocer la culpabilidad no les va a devolver al niño, pero aliviará algo su desgarrador dolor.
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