La fábrica vizcaína que «no contaminaba» cumple mes y medio paralizada por… contaminar

Glefaran, la empresa, que  prometió hace tres años 60 empleos directos y otros 300 indirectos pero ha traído la polución a la comarca vizcaína de las Encartaciones, se queda más en evidencia según transcurre el tiempo. Los responsables de la fábrica, ubicada en los municipios de Güeñes y Zalla y que ha causado un sinfín de molestias de humos y ruidos a los vecinos durante 14 meses, han insistido en que siempre han cumplido con la legalidad y que no causaban contaminación.

Desde hace mes y medio, Glefaran está parada por superar los límites de contaminación. Solo funciona en pruebas y las seis veces que ha arrancado en ese periodo de tiempo ha superado los niveles legales de emisión de las partículas a la atmósfera, según han confirmado fuentes del Departamento vasco de Medio Ambiente. Este domingo 19 de marzo cumple 15 días ininterrumpidos sin arrancar en pruebas.

Como ha informado este blog, la problemática se remonta a hace más de un año. Glefaran, empresa del grupo vizcaíno Orue (una familia vizcaína dedicada históricamente al sector de la madera) había anunciado en 2014 una inversión de hasta 12 millones de euros para la producción  de astilla y pellets de madera, un producto cada vez más utilizado como combustible en chimeneas del hogar, la fabricación de pasta  y la generación de energía renovable a partir de la biomasa.  Pero la planta arrancó en 2016 con una única única actividad: la cogeneración a través de la quema de residuos. Nada de producción de pellets, fabricación de pasta o generación de energía renovable. Desde el principio, empezaron los problemas con sucesivos episodios de náuseas e irritaciones respiratorias entre los vecinos cercanos a la planta y a menudo cenizas y polvos en sus vehículos y viviendas.

Pese a que el anterior equipo de Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco recibió las primeras quejas en marzo de 2016 y a finales de ese año tenía media docena de denuncias concretas, se mantuvo pasivo. Se limitó a instalar en diciembre pasado una unidad móvil de medición de la calidad del aire. El hartazgo de los vecinos llevó a crear la plataforma Güeñes Bizia,  que junto a Aranguren Aurrera, recogieron 1.450 firmas y  movilizaron en enero a 2.000 personas en una manifestación.

Los nuevos responsables de Medio Ambiente del Gobierno vaco empezaron a mantener en enero pasado reuniones con la empresa, sin obtener respuestas concretas, hasta que les plantearon un ultimátum para reducir la contaminación. En caso concreto, se iniciaría un proceso para suspender la actividad de la empresa.

[pullquote]Glefaran ha arrancado desde febrero en pruebas hasta seis veces y siempre ha superado las emisiones legales[/pullquote]

Desde el 4 de febrero, Glefaran se encuentra sin actividad normalizada (de producción de electricidad, que es lo único que hacía), ha arrancado en pruebas hasta seis veces y en todas las mediciones han superado hasta cinco veces los límites legales de emisión de partículas. Unos límites que también están en cuestión, porque se basan en una normativa antigua. Con la vigente, la superación sería casi 20 veces más.

El caso ha dejado al descubierto los engaños continuos de la empresa. Primero la promesa de la creación de más de 300 puestos directos e indirectos. Incluso hoy día comunica en su web que cuenta con 30 puestos directos, cuando en la Seguridad Social no constan ni la mitad de esos empleos.

Antes del inicio de su actividad en 2016 comunicó al Ayuntamiento de Zalla que la actividad energética generaría «ruidos y fumarolas» que se prolongarían en el periodo de pruebas «por espacio de una semana». Esos ruidos y humos se han extendido durante 14 meses hasta que el Gobierno vasco ha ordenado el cierre mientras no se corrijan las deficiencias.

A principios de año, con la gran presión social y la intervención activa de Medio Ambiente, Glefaran aseguró que se trataba de incidencias “puntuales” y que se cumplían los parámetros medioambientales. En cuanto se instaló un sensor en la chimenea, se comprobó la realidad del problema. Con el agravante que la superación de los niveles de emisión se está registrando con la fábrica en pruebas (muy por debajo de su capacidad como en esos 14 meses anteriores) y con el uso de material seco para la combustión, el más limpio.

Cuando este blog reveló que Glefaran ha eludido desde hace más de medio año la instalación de un electrofiltro (uno de los principales aparatos anticontaminación en una empresa), un portavoz no identificado contestó al artículo señalando que era «mentira», al igual que el hecho de que el Departamento de Medio Ambiente exigiera medidas correctoras y que incluso le diera un ultimátum.  La realidad ahora es que la fábrica está parada hasta que no cumpla con los niveles permitidos de emisiones por exigencia del Gobierno vasco.

También es criticable la actuación del anterior equipo del Departamento de Medio Ambiente.  Un informe oficial relata las actuaciones de inspección en la empresa, que no se inician hasta el 6 de mayo, más de tres meses después de las primeras denuncias. Entonces se alude a la existencia de un electrofiltro (heredado por Glefaran de Pastguren, la papelera que entró en quiebra y a la que sustituyó) pero que no funcionaba correctamente. De hecho, la compañía admite el 5 de julio, dos meses después, que “están ya en contacto con una empresa de electrofiltros y sistemas de depuración”. En los siguientes meses hay tres inspecciones (el 12 de diciembre, el 17 de noviembre y el 15 de diciembre), en las que se vuelve a detectar la emisión de humo. En esta última fecha, es cuando Medio Ambiente comunica a la empresa “que no puede funcionar sin el electrofiltro”. No es hasta febrero cuando, tras la intervención activa de los nuevos responsables de Medio Ambiente, se frena la actividad de la planta.

La situación es complicada para la empresa. Los dos equipos de ingenieros contratados por Glefaran en la búsqueda de soluciones han aportado un panorama sombrío con las instalaciones actuales de la fábrica. El grupo Orue, además de no generar electricidad, no puede dar salida a los residuos de la madera de sus otras actividades que quemaba en Glefaran.

Los vecinos, mientras, respiran mejor tras un año de calvario. Pero han presentado un recurso administrativo al Gobierno vasco para que se anule la Autorización Ambiental Integrada concedida en octubre pasado. Se trata de un permiso obligatorio impuesto por la Comisión Europea para las empresas más contaminantes y que debe ser aprobado por las administraciones. Los vecinos alegan que debe iniciarse una autorización nueva por cambiar la actividad empresarial (se ha incluido el tratamiento de residuos), carece de la evaluación de impacto y por ocultar información a los ayuntamientos de Zalla y Güeñes.